Este tipo de iluminación está especialmente recomendado cuando se pretende transformar objetos normales en algo con una apariencia más noble o espectacular. Se consigue con cuadros, muebles, esculturas, cortinajes, etc.

Los detalles específicos de uno de estos objetos pueden ser realzados iluminándolos con lámparas de tipo foco.

El ejemplo más habitual acostumbra a ser una lámpara halógena de 50 watios que envia una luz blanca y brillante dirigida especialmente hacia el objeto que queremos resaltar por sus particulares atributos.

Hasta la llegada de la tecnología LED , los focos halógenos se habían adueñado de este mercado. Se conseguía facilmente incidir sobre los objetos seleccionados con una intensidad de aproximadamente cinco veces la de la luz ambiente.